Ya tiene un muy buen rato que no escribo nada. Los pretextos me sobran, la escuela, el trabajo y también la influenza que puso al país de cabeza. En el trabajo fue obligatorio usar cubre bocas por mas de dos semanas, sentí una gran felicidad cuando deje de usarlo. En la escuela, se recorrió el calendario escolar una semana, desinfectaron todas las aulas…. En fin parece que ya todo volvió a la normalidad.
Este año para mí ha sido caótico, lleno de cambio y saturado de actividades. Sin embargo, hace unos días estaba en la alameda cuando comenzó a llover y me cubrí de la lluvia frente a una librería, sentí una gran calma. Estuve ahí parada unos 20 minutos, reflexione sobre varias cosas y se me aclararon las ideas.
Una simple tarde de lluvia, me hizo hacer una pausa y pensar. De pronto lo que me preocupaba, ya no pareció tan complicado. Lo que pensé que era importante, en realidad no lo es. La verdad nosotros somos los que nos complicamos la vida, pero si nunca nos paramos y analizamos un poco la situación, nos perderemos en los pequeños inconvenientes y perderemos de vista lo que en verdad es importante.
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